AXTERIX LO PREFERIRÍA A IBIZA |
La ciclo-excursión por la cresta del Morrazo, a caballo de las rías de Vigo y Pontevedra, es ideal para estos barruntos de primavera si te gustan tres cosas: la bici, los dólmenes y el paisaje.
La bici llévala de montaña(o perecerá en un bache); los dólmenes canónicos son tres (Arquiña, Armada y Castiñeiras); en cuanto al paisaje, es como si despegaras en un Boeing, haciéndose cada vez más pequeñitas, allá abajo, la ría y la isla de Tambo. Nace la ruta de la Escuela Naval de Marín, cartel MOAÑA, por la C-313, con un ascenso suave, pero constante, ideal para el cicloturista dominguero. Ya a cierta altura sobre la ría, ameniza la excursión un pazo con lucernario que debe gozar de unas vistas de vicio. En la divisoria de concellos entre Marín y Moaña verás el cartel de FARO DOMAIO. Es por ahí. Desaparecen las casas y a partir de ahora todo será naturaleza y arqueología. A menos de un kilómetro, a la izquierda, una de las estrambóticas fuentes típicas del Morrazo: piedra meteorizada puesta de pié, llena de recovecos útiles para apoyar el botellín. Agua helada, helada.
A medida que se interna
el ciclista aprecia los encantos esperados: vistas aéreas sobre dos rías (Vigo,
Pontevedra) y la omnipresencia del agua. Fuentes, torrenteras, lagos, marmitas
de gigante (piscinas naturales de agua helada) bastarían por si solos para
atraer al lugar. Es casi inevitable toparse con caballos a los que el ciclista
prefiere no llamar “salvajes” para reservar el vocablo a los que les atan las
patas o se las traban con maderos. Ciervos haber, hailos, Jacques no los ve.
Canto de ruiseñor y vuelo águila ratonera celebran la tibieza del aire:
pronto serán sustituidos por la cofradía del pistón y la biela ya que aquí se
permite el motocross, los quads y, en resumidas cuentas, todo lo que a uno se
le antoje. De verdad, créeme.
Poco
después de un puente con pretil de piedra que cabalga sobre un arroyuelo
saltarín, se toma una desviación a la derecha: CHAN DE ARQUIÑA está por aquí.
Por supuesto, no esperes ver ninguna indicación ni cartel: iría contra el
“honor gallego”. No existe. La desviación (ojo, luego hay que volver a la ruta
principal) estaría necesitada de un bacheo y presenta algunos tramos de
pendiente intensa, pero corta. Una fuente con sorpresa: agradable en verano,
desagradable en invierno; ya te supondrás lo que pasa. El ciclista ha visto
algo similar en Disneyword, pero esta es obra de la naturaleza. Poco
después el torrente hace bañeras de
granito, llenas de agua helada: si vas muy sudado no lo intentes: puede que
mamá tuviera razón con eso del “corte de digestión”. Bosques de carballos
preceden al inmenso bosque de galería de castaños que sombrea a CHAN DE
ARQUIÑA. El follaje tapa el sol y, en día luminoso, te quedas momentáneamente
ciego. En cuanto te acostumbras reconoces enseguida el lugar donde se alzan la
mamoa y el dolmen de corredor que lo corona.
(Mamoa: teta de tierra que engloba una cámara funeraria o dolmen. Ortostato: losa octogonal y alargada
que forma las paredes del dolmen. Tapa:
su techo. Corredor: pasillo de
acceso. Atrio: zona ceremonial a la
entrada, a veces adornada con ídolos o betilos.
Alineamiento: hilera de menhires. Cromlech: círculo de idem).
Todo el lugar despide una
atmósfera de encanto y misterio, propiciada, supongo, por las dificultades del
acceso. Por desgracia, Chan de Arquiña ha recibido la visita de los “primitivos
actuales”, variedad rural. La tapa esta partida y en lo que queda, se ven las
marcas de las cuñas para partirla en más pedazos. Sin duda a alguien le habrán
encantado estas piezas para la cuadra de los cerdos. En las cercanías ve restos
de otros dólmenes arramblados por el suelo, tal vez restaurables.
Ya en la ruta principal prosigue en suave descenso, cruzándose con ciclistas, jinetes y caballos sueltos. Unas vallas de troncos saltan a su vista a la derecha del camino: es el dolmen CHAN DE ARMADA. Lector: si eres una persona sensible a estas cosas, será mejor que no sigas leyendo.
Descubre la clásica mamoa
coronada por dolmen de corredor y aquí se lleva el primer chasco: le han
quitado la tapa ¡El rey indígena ha sido convertido en homeless! Sospecha que
es obra de arqueólogos profesionales ya que se ha discutido si era la
originaria.
Discrepa el ciclista: el aspecto “techado” estaba consolidado por el tiempo y
una pequeña intervención la consiente hasta la Acrópolis de Atenas, si
redunda en hacer comprensible el monumento.
No acaban aquí las sorpresas. Penetra en la destechada cámara sepulcral y ¿qué es lo que se encuentra aquí? Pues nada, que un “primitivo actual” (variedad urbana), ha pintado con spray azul la frase CASA DE PUTAS, sobre el ortostato principal.
En las fotos más antiguas se ve con nitidez el letrero; a día de hoy, los líquenes van atenuando sus letras azul-eléctrico. De todos modos los arqueólogos discrepan: los dólmenes no son “casas de lenocinio”, sino cámaras funerarias de líderes tribales acompañados de su ajuar compuesto de flechas, puñales, esferas, betilos (idolillos), etc. La cresta del Morrazo es una especie de Valle de los Reyes, como el de Luxor, pero allí vas, porque está en Egipto. A este ni se te ocurre, porque está al lado de casa. ¿Antigüedad? Entre los 4.000 y los 5.500 años. ¿quien quiere cosas tan obsoletas?
TAMBIÉN HAY DOLMENES "SIN TECHO" |
No acaban aquí las sorpresas. Penetra en la destechada cámara sepulcral y ¿qué es lo que se encuentra aquí? Pues nada, que un “primitivo actual” (variedad urbana), ha pintado con spray azul la frase CASA DE PUTAS, sobre el ortostato principal.
En las fotos más antiguas se ve con nitidez el letrero; a día de hoy, los líquenes van atenuando sus letras azul-eléctrico. De todos modos los arqueólogos discrepan: los dólmenes no son “casas de lenocinio”, sino cámaras funerarias de líderes tribales acompañados de su ajuar compuesto de flechas, puñales, esferas, betilos (idolillos), etc. La cresta del Morrazo es una especie de Valle de los Reyes, como el de Luxor, pero allí vas, porque está en Egipto. A este ni se te ocurre, porque está al lado de casa. ¿Antigüedad? Entre los 4.000 y los 5.500 años. ¿quien quiere cosas tan obsoletas?
Y vuelta a la ruta. Al
cabo de más árboles, caballos y fuentes, la pista se abre en “Y”, rodeando las
dos márgenes del lago de Castiñeiras. Toma la de la derecha y al poco, nueva
valla de troncos y ¡oh sorpresa!, un desvío señalizado a la derecha que dice
“Mamoa do Rei”. Estamos en CHAN DE CASTIÑEIRAS.
Tras meterse por el
desvío enseguida descubre infinidad de mamoas pero, como no es vicioso,
prefiere centrarse en dos (con dolmen “a la vista”) a izquierda y derecha del
ramal. El de la izquierda no tiene tapa pero le parece sumamente curioso. En
los ortostatos se representa a tres prisioneros con los brazos seccionados a la
altura del arranque del antebrazo. Es un motivo frecuente en betilos, como el
llamado “ídolo de la
Parxubeira ” (Dumbría, A Coruña), pero en ese caso se trata de
una escultura exenta y aquí, de grabados en losa.
El ciclista cruza ahora
el desvío y penetra en la Mamoa
do Rei. El mejor ejemplo de tumba de corredor de Galicia está restaurado a
conciencia y le parece una delicia. Petroglifos serpentiformes en el corredor.
Se puede recorrer de cabo a rabo, tirar fotos e incluso echar una siesta.
Mientras la echa, el ciclista no puede dejar de pensar en como serían los autores de estos monumentos. Ha visto cosas similares por el mundo, como en las representaciones de Abu Simbel, con el Faraón cortando miembros de sus enemigos con un hacha ritual. O en los templos de los mayas. Pero en los ajuares de estas tumbas, aparte de lo más esperable como flechas, vasos, hachas o cuentas de collar, lo que más le llama la atención son unas bolas de ocre que son sin duda pinturas guerreras. Entre los caballos y eso, el ciclista se los representa como una especie de Sioux, guerreando por las praderas del gran manitú, con su gran jefe a la cabeza, temerosos de los conjuros del gran hechicero…
Mientras la echa, el ciclista no puede dejar de pensar en como serían los autores de estos monumentos. Ha visto cosas similares por el mundo, como en las representaciones de Abu Simbel, con el Faraón cortando miembros de sus enemigos con un hacha ritual. O en los templos de los mayas. Pero en los ajuares de estas tumbas, aparte de lo más esperable como flechas, vasos, hachas o cuentas de collar, lo que más le llama la atención son unas bolas de ocre que son sin duda pinturas guerreras. Entre los caballos y eso, el ciclista se los representa como una especie de Sioux, guerreando por las praderas del gran manitú, con su gran jefe a la cabeza, temerosos de los conjuros del gran hechicero…
Para volver no da marcha atrás. Sigue, bordeando el lago Castiñeiras, por donde un cartel indica MARÍN. Baja todo de golpe, a base de frenos y, ya en la carretera Moaña-Marín, poco antes del puente de la autopista, para en A CASA DA PASCUALA. Pide tan solo la bebida, porque dan unas tapas bestiales. entre nosotros, ¡eh!
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